martes, 4 de febrero de 2014

publicado en 2011. Actualizado.

- ¡Vamos hazlo al azar! - dijo una de las tres hermanas.
- En verdad existen tantísimas cosas que ocurren al azar... - comentó la mayor de las tres, balanceándose en el columpio con los pies firmes en el suelo.
Sus dos hermanas, Sofía y Daniela, se quedaron pensativas, mirándose sin entender nada de lo que les intentaba decir Cath, como ellas le llamaban. Sabían que algo no iba bien, y parecía que ahora estaba dispuesta a hablar.
- La amistad, por ejemplo. Eso es algo que ocurre al azar. - comenzó, haciendo una breve pausa antes de seguir. - Cuándo naces no eres consciente de nada. Creces y sin saber como, un día comienzas a jugar con todos los niños y niñas de tu clase, pero tu ya tienes a ese o esa que será a quien darás la mano al entrar i salir de clase. Pasan los años. Llegas al final de primaria y aún sigues riéndote con esa persona que de niña os dabais la mano. Y seguís sonriendo, yendo con otras personas, pero siempre en el mismo grupo.
Aunque no nos damos cuenta, los años pasan y con ellos muchos cambios, problemas, rabietas, llantos, discusiones... y luego esa frase "amigas para siempre". - comenta Catherine con sarcasmo.
Un día te levantas, somnolienta, y antes de salir de tu cuarto ves a alguien en el espejo. Al momento te asustas por las pintas que tiene, pero no eres otra que tu misma recién levantada. El espejo te muestra quien eres, en quien te has convertido y sonríes al ver que tus años de niñez y juventud se han ido. Pero no te importa porqué aún eres joven y ves que tienes mucho por delante y no vas a desaprovecharlo. De repente ves la foto de esa amiga que aún guardas al lado del espejo, la que te dijo que seriáis amigas para siempre, y piensas que nada de lo vivido años atrás tuvo sentido, todo fue en vano... ¿realmente todo fue así? - se cuestiona, mirando a sus hermanas. - En ese momento suena el móvil y despiertas del pensamiento preguntándote quien sera a esas horas, pero enseguida sonríes al ver su nombre en la pantalla. - Cath levanta la mirada, fijando sus ojos en Sofía, la mediana. - Alguien a quien conociste cuándo tan solo era del tamaño de un guisante. - sonríe.
Pasan los días, meses, años incluso y harta del instituto decides conectarte al messenger deseando que esa persona ésta conectada - la chica alza la vista para mirar a Daniela - Ese día tienes ganas de despotricar del mundo y compartir la mierda que tienes dentro con alguien que te entienda a pesar de tener un examen el día siguiente.

- Los años vuelan, a pesar de querer detener el tiempo en ciertos días. - comentó Sofía subiéndose al tobogán, situado cerca de los columpios.

- Lo mejor de todo esto es que llega un momento en el que sabes distinguir quienes a tu alrededor te van a echar un cable en momentos de dificultad y quienes no. - añadió Cath, mientras Daniela las observaba pensativa, sentada en el otro columpio.

La mayor de las tres, paró en seco el vaivén del columpio, respiró hondo y levantó la cabeza mirando a sus hermanas. A pesar de sus errores, su carácter, su forma de ser, a veces odiado por ella misma, y sus días malos, eran a parte de hermanas de sangre y por encima de todo sus mejores amigas y confidentes. Su punto de apoyo para superarse día a día y poder escuchar de su voz "¡No sabes lo orgullosas que estamos de ti, Cath!".
Por ellas había crecido como personas, le habían enseñado a madurar y aprender a ver las cosas desde otra perspectiva.

- ¡Os quiero mucho! - soltó cabizbaja.

Daniela, se levantó del columpio y se acercó a ella abrazándola con todas sus fuerzas, susurrando:
- Que tonta eres... pero sigo sin entender a que a venido esto.

Catherine sonrió aferrándose a la pequeña, a pesar de sus quince años recién cumplidos, notando el contacto de otro abrazo a su alrededor y temiendo por acabar las tres en el suelo frió de ese parque. Algo ue no les importaba nada hacer, es más les divertía, cuando tenían nueve, siete y cuatro respectivamente.

- END - 

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